sábado, 27 de junio de 2009

APOTEGMA


Abba Marcos preguntó a abba Arsenio:" ¿Con que fin nos abandonas?" El anciano le dijo:" Bien sabe Dios que os amo, pero no puedo estar con Dios y con los hombres. Las miríadas de esferas celestes únicamente tienen una voluntad, mientras que los hombres tienen muchas. Por tanto, no puedo abandonar a Dios por estar con los hombres".

(Alf, Arsenio 13)

viernes, 26 de junio de 2009

Diálogo (2)


Cae la tarde sumergiendo todo en la penumbra y entre los silbidos de los pájaros y el sonido del aire entre los pinos, noto la ausencia de la angustia que suele acompañarme en los crepúsculos.
En los atardeceres suelo recordar la escena bíblica de El camino de Emaús, donde le piden a Jesucristo resucitado que se quede a acompañarlos porque se hace de noche. Aquí no aparece el clima de desamparo que me suele acometer. Aquí esta todo bien; porque ver la felicidad callada y profunda del Padre Vasily me hace mas cercana la promesa del Edén y de algún modo creíble, para mi propia vida en el mañana, cuando no esté junto a él.
La perspectiva de la noche en oración callada, la cena juntos y la continuidad del diálogo me llenan de alegría.
- ¿Cómo es su dieta Hermano? usted ¿qué come?
- ¿Verduras y frutas, algo de pan, mucha agua.
- ¿No come carne, ni siquiera pescado?
- No. Pero no es nada extraordinario, uno se acostumbra rápido. Además, en esta soledad no estoy expuesto a tentaciones…no veo nunca un asadito que me provoque.
- ¿Y no se debilita?
- Yo creo que no. ¿Me ves mal?
- No para nada.
- Y bueno.
- ¿Pero como es todo este tema del ayuno y eso? ¿Es útil, no lo es?
- Depende. Por ejemplo si te largas a ayunar mas allá de tu medida o si lo haces sin verdadero criterio te puede pasar que se te de un rebote. Es decir te mortificas dos o tres días y al cuarto estás sumergido en la gula mas tremenda. Como una ley de compensación. Eso no sirve. Pero, en general, está muy relacionado el ayuno, los frutos del ayuno quiero decir, a la motivación con que se lo emprende.
- Entiendo.
- Si lo que buscas es una proeza ascética para hacer crecer el ego, mas vale comerse un asadito y quedarse con el ego disminuido; porque hace menos daño a los apetitos un asado que un ego inflado.
- ¡Miércoles!
- Já, ¡te lo aseguro! Y también depende de a quién le estemos hablando. Cada uno debe proporcionar sus esfuerzos a su condición y a sus búsquedas.
- Pero en el caso suyo o de los que buscamos por la vía mística…¿Cómo sería la cosa?
- Aligerar el cuerpo de pesos siempre es muy útil, siempre y cuando eso no recargue de pesos a la mente. Te quiero decir, si vas a ayunar y como consecuencia de tu liviandad vas a estar pensando todo el tiempo en un plato apetitoso o si vas a estar contando las horas hasta que termine el período de ayuno; eso no es de ninguna ayuda. ¿Cómo te ha servido para unirte a Dios? De ninguna manera. Mi opinión es que el ayuno sirve si se hace práctica de vida; es decir, costumbre.
- ¿Por qué?
- Porque al acostumbrarse uno a necesitar menos cosas, puede ser mas libre para orar, para pasarse largos períodos de reclusión, verdaderamente el cuerpo empieza a reclamar menos atención. Yo disfruto mucho unas papas con calabaza y una fruta. Me resulta muy apetitoso, el cuerpo ya no me pide lo que casi ni recuerda. Entonces me ahorro un montón de molestias, de condimentos y de necesidades que no eran tales. Se vive con menos y se vive mejor.
- Esta muy bueno.
- Si. Por otro lado te digo, es difícil hacer silencio mental con el estómago muy lleno. Y mientras mas le das mas te pide. Te acomete el sueño y es difícil permanecer vigilante, vigilante en la oración y en la custodia de los pensamientos. En ese tema Evagrio el Monje fue un gran maestro, lo mismo que Casiano. Ellos relacionaban a un pecado con otro y mostraban el particular encadenamiento existente entre un vicio y otros que necesariamente le seguían.
- Si, he leído algo en La Filocalía.
- Exacto. Te aseguro que lo que dicen es la pura verdad y lo afirmo por experiencia. La gula o la Gastrimargía es madre de muchos vicios. Pero por supuesto la raíz está en otro lado.
- ¿Dónde?
- En la ausencia de la sensación de Su Presencia.
- …¡Que hermoso eso que dice Hermano!
- Es la verdad que he podido comprobar. Todos nuestros males derivan del vacío interior y este vacío es el lugar en donde debería habitar El Señor. O lo que es lo mismo: el lugar en donde está El Señor, pero sin que nosotros percibamos su manifestación. ¿Cómo percibirlo si no nos detenemos un momento? Imposible sentir su sagrada Presencia si estamos colmados de apetitos. ¿Lo entiendes Mario?
- Creo que sí.
- Porque cuando el cuerpo esta acostumbrado a algo, lo que busca es ese algo que lo ha colmado de placer. Y a la hora acostumbrada buscará repetir la sensación. No va a buscar la mucho mas sutil presencia de Dios. Va a buscar la nada sutil presencia de la distensión abdominal… el bifacho colmando el buche, ¡el placer de la saciedad!
- Si…es muy coherente lo que describe Hermano.
- ¿Y que pasa después de la saciedad? Viene la modorra. Un sueño bárbaro, unas ganas de echarse a dormir un rato, como hace el perro ¿no es cierto? El cuerpo es animalesco, se aprende mucho sobre los propios hábitos mirando la conducta de los perros. ¿ Y te haces una buena siesta,? Lógico, el cuerpo quiere digerir y concentrarse en esa función intestinal, con toda la grasa y los carbohidratos y que se yo…necesita echarse; disminuir todas las otras funciones para digerir.
- Si. Es así.
- Bueno. ¿Y luego de la siesta? Hace frío, empieza a ponerse ventoso, se anuncia la noche de a poco y entonces mandarse una meriendita ¿verdad?
- Ja já, ¡¿sí como no?!
- Entonces a llenarse el buche de pan y dulce y un café o dos… y después uno no se va a dormir porque le da vergüenza, pero ya quedó medio inservible para toda tarea espiritual. Entonces rezar vísperas, es lo más parecido a una letanía sin alma, porque el alma esta detrás de varias capas de mermelada…
- Si, me resulta claro. Entiendo mejor.
- Por eso te lo digo. Porque hay bastante confusión con el tema; al menos en la literatura que se encontraba cuando yo todavía andaba por las librerías buscando a Dios. Y la confusión, me parece, deriva de la falta de experiencia en el tema. Es muy difícil animarse a dejar de lado el placer mas rápido, barato y accesible que tenemos. Si te sientes mal, algo que ingieres te da una sensación diferente. Al rato te sientes angustiado; te comes otra cosa y así. Lo que a mi me ha pasado es que descubrí, que la gula es un enemigo mucho menos aguerrido que lo que parecía…pero debía enfrentarlo con cierto valor unos pocos días. El cuerpo luego se acostumbra y te ayuda. A mi gustaba mucho la carne asada y me parecía increíble pasarme un día sin un buen filete. Pero después de unos días, empecé a disfrutar de las verduras. Y te digo, el hambre de verdura no reclama tanto como el hambre de carne; es como si fueran de naturaleza o de vibración diferente. Los hindúes saben mucho de esto y es como para aprender de ellos un poco.
- Pero como llegó a esto de decidirse a dejar de comer carne totalmente y a comer tan poco, o mejor dicho…¿Por qué no me cuenta como llegó a esta vida Hermano? Sería muy bueno para los lectores que tendremos.
- No creas que vas a tener muchos lectores.
- Ya va a ver que sí; está muy buena la enseñanza.
- Contarte como llegué a esta vida…y ¿desde cuando te cuento? Porque de algún modo todo me fue preparando para esta vida, todo tuvo sentido, todo fue útil y significativo; lo que no quiere decir que yo me diera cuenta entonces o cuando las cosas parecían ir mal.
- Yo no pretendo que me cuente todo, pero como un itinerario hasta la ermita…
- Hoy no te voy a contar la historia larga, te voy a contar una parte muy interesante a mi modo de ver, que fue lo que me pasó con la Eucaristía.
- ¡No me diga! o mejor, sí, dígame.
- Yo estaba muy apartado de la Iglesia entonces, te comenté una vez algo.
- Si.
- Había dejado de creer. No había dejado de creer en Dios, me resultó imposible siempre concebir un universo sin Dios, pero no quería saber nada con la Iglesia. Me había desencantado totalmente luego de mis primeros pasos en ella y algunos encuentros desdichados abonaron este descreimiento.
- ¿Puede ser mas específico en eso?
- No mucho, pero básicamente me convencí de que la Iglesia era la historia de sus miserias o de sus movimientos políticos y dejé de ver la obra de la gracia abriéndose paso en la historia humana, a pesar de los hombres corruptos…dejé de ver a la Iglesia como un ámbito contextual necesario, como morfología del amor de Cristo, te diría.
- Entiendo.
- Así que ahí estaba yo, sin la Iglesia y afirmándome en que el Concilio de Nicea esto y que el otro concilio esto otro y con eso mi mente conjuraba cualquier deseo o atracción que pudiera tener el corazón. Mi vida fue durante muchos años la historia de la soberbia. Si me dijeran que fue lo peor de mis años lejos de la Iglesia yo diría que la soberbia. El mundo era de los tontos y de los vivos y yo pujando para permanecer entre los vivos. Un mundo competitivo y desprovisto de sentido como no fuera la busca del ascenso en la escala social.
- ¿Y como volvió Padre?...Hermano.
- Porque me fue mal. Me fue mal en lo exterior y en lo interior; no lograba lo que ambicionaba y no me sentía feliz. Tan mal me fue un día que balbucí una oración. Fue algo imprevisto. Hacía años que no rezaba, que no ejercitaba “el oficio de los débiles” como me gustaba pensar entonces. Pero ese día estaba tan angustiado que musité una oración y mi mente se dio cuenta y se rebeló sorprendida, acudió en tropel a desarticular el “mecanismo de fuga” según decía. Pero así como mi mente se alteró enojada, mi corazón se regocijó, se ablandó y empezó a llorar.
- ¿Cómo dice que fue Hermano? Usted se largó a llorar cuando hizo la oración esa, repentina?
- No. Ya no te hablo de ese día solo, te estoy tratando de describir un proceso que me llevó varios años, de vuelta a casa, junto a Jesucristo y a la Iglesia, entendida como hermandad en la fe y en la esperanza y también como organización protectora de esos dos valores.
- ¡Ah! Disculpe.
- No, esta bien. Te decía que mi corazón fue el asunto. Empezó a llorar digo, porque en el mismo momento en que se produjo esa oración sorpresiva, repentina y dividida por la fuerza de la mente soberbia…en ese mismo momento empezó el arrepentimiento, me di cuenta de acciones que había ejecutado sin remordimiento; tomé conciencia de mi pecado, de la insania de muchas conductas, advertí mi dolor por ser yo como era entonces; sufrí por haberme apartado de mi ser profundo. Pero claro, esto lo digo ahora, ya comprendido el proceso, en ese momento la cosa era dolorosa y confusa, pero irreversible.
- ¿Y como siguió?
- Hubo luego si, un camino de lágrimas de verdad, de las que humedecen la cara, eran genuinas y no “eclesiales”; eran lágrimas de la conciencia del dolor causado a otros y a mi mismo, era el arrepentimiento mas puro y llano, simple y lo considero un verdadero don, una gracia operante a pesar de mi enorme orgullo, de mi soberbia y de la visión del mundo que tenía entonces. Entiendo desde ese día lo que significa Metanoia y entiendo la gratuidad de la misma. Si soy mas subjetivo aún y me expreso con mas libertad todavía Mario… te digo que me sentí en transformación involuntaria, benéfica aunque dolorosa para el ego y salvífica para mi espíritu.
- Que bueno…
- Y después todo fue un irse engañando la mente respecto de que nada cambiaba, de que yo era esto y lo otro en la misma vena soberbia, mientras la conducta se modificaba radicalmente y para bien. El corazón se iba derritiendo y eso a veces le daba dolores, pero empezó a estar mas sano, mas limpio, sin doblez. El colmo del cambio de conducta fue volver a misa. Las primeras “nuevas misas”, es decir las del regreso, eran graciosas si lo miro desde el hoy; la mente se rebelaba de modo atroz, criticando airadamente “la tontería” que estaba haciendo, sin embargo y aún sin gozo ni placer, mi cuerpo permanecía hasta el final de la liturgia, como ausente, sin saber ni entender porque le pasaba lo que le pasaba. Pero el corazón se dulcificaba y se afincó y no pudo ya apartarse de la comunión. Hubo un tiempo, cuando la mente se rindió y dejó de molestar, en que iba a tres o cuatro misas diarias, de tanto gozo que sentía mi alma, recuperada la casa del Señor. Sin embargo, te digo, no era un gozo sensual, de placer y requiebros; era un estarse frente al altar reconociéndose actuado por una intención ajena, modelado de nuevo. Si crecía la paz y en ese sentido allí si estaba el goce, era como un adormecimiento de los miembros y como una fuerza nueva, como un cosquilleo en el rostro y las manos, una serena concordia, al estar el corazón uniéndose a la mente. Pero claro, esto lo digo ahora, viendo en retrospectiva.
- Muy bueno, le agradezco que me cuente estas cosas tan íntimas.
- No hay problema. No es personal lo que no tiene mérito. El Señor me dio, luego me quitó y después me lo volvió a dar, centuplicado.
- …Pero Hermano, entonces usted no tuvo culpa de sus malos años…porque dice: “me lo quitó”, como si alejarse no hubiera dependido de usted.
- No lo decía desde allí, sino mas bien expresándome de acuerdo a lo que sentí. no niego la responsabilidad, pero es complejo y hay que verlo bien; en síntesis, veo el pecado o la culpa en las encrucijadas, en los momentos decisivos y no luego, cuando ya estamos embarcados y en medio de la tempestad. Te diría que en ese encuentro infortunado que te mencioné, opté por probar el árbol del conocimiento del bien y del mal; en ese momento quise saber y abandoné la fe y di mas crédito al pensar que al sentir profundo. Aclaro lo de profundo, porque cuando te hablo de sentir no me refiero a los sentimientos superficiales como pueden ser una emoción transitoria provocada por u estímulo.
- Entiendo y no entiendo.
- Mirá, en esa charla con cierto alguien que tuve en ese momento, se me habló del Concilio de Nicea y de cómo la Iglesia pactó con Constantino Emperador y como adaptó sus estructura a la organización imperial y como gracias a eso se expandió y etc. etc. Y se me habló de la inquisición y de los errores y falacias de la Iglesia. Y mi mente lo compró, porque el ponerse allí, le significó a ella una subida de nivel jerárquico, se ponía en juez de la historia de toda una institución. Si soy juez de los demás y de lo que hicieron…soy superior ¿lo ves? En ese encuentro se criticó a la Iglesia desde afuera de ella y desde una supuesta estatura moral independiente y esclarecida…no tuve en cuenta la soberbia y la postura juzgadora que implicaba, me monté en la sensación que la nueva ubicación mental me brindaba.
- Lo entiendo.
- ¿Cómo podía yo o mi interlocutor juzgar a la Iglesia? pero, ¿Cómo es posible juzgar siquiera a cualquier persona? ¿Cómo es posible que se produzca el acto de juzgar? Separándome, alejándome de lo que miro y poniéndome por encima. Y esa postura es ilegítima porque no tiene de donde sostenerse, debido a la subjetividad implícita en nuestra propia existencia separada, como individuos.
- …si, si, me doy cuenta, pero sorprendido de no haberlo visto antes. Claro, el juicio es un acto inválido, no solo moralmente sino empíricamente.
- Exacto. No es válido ningún juicio como no sea a nosotros mismos desde nosotros mismos. Por eso la enseñanza evangélica de la viga en el propio ojo, supongo.
- Si claro.
- Así es que yo empecé a ver esos errores de la Iglesia o esas corrupciones de la Iglesia y mi mente se apartó y dejé de escuchar al corazón.
- ¿Y que decía el corazón Hermano?
- Que yo amaba la Iglesia, que me regocijaba de ser parte de ella, que amaba la liturgia, la oración, la esperanza en la resurrección; que amaba a Jesucristo aún sin saber porque y que me importaban un comino todos los concilios y corrupciones presuntas. Mi madre tenía muchos defectos, Dios la tenga junto a Él, si me pongo en juzgador de su conducta, sin embargo la amé, la amo y amaré muchísimo y es que aún viendo sus defectos, mi amor no cesa. ¿Y porque pasa eso en el ser humano? Ah yo no sé..! Intuyo que porque estamos hechos a imagen semejanza de Dios, que nos ama irrevocablemente.
- Me emociona escuchar lo que dice Padre.
- Ja já y dale con lo de Padre… esta bien, soltáte, sino te la pasás pensando en como me debes llamar.
- Bueno.
- Te emociona porque los corazones se entienden. Tenemos la mente mal educada. Ella debe servir al corazón, como herramienta para comprender la acción del espíritu en todas las cosas; no mucho mas. Lo que no es poco. Pero si la mente quiere comandar, construimos un mundo insalubre. Corintios 13 debiera ser la constitución del mundo, porque es lo que siente el corazón de todos los hombres. Fijate que aún el asesino ama a sus hijos o se enternece con alguna cosa… el amor es nuestra raíz, la esencia de nuestro ser, ontológicamente somos amor, porque somos hijos de Dios y aunque incognoscible para la mente, Dios se nos revela como amor en la profundidad del corazón.
- Que Dios lo bendiga Padre y lo proteja siempre.
- Me ha bendecido y me protege, al igual que a todos los hombres. Porque aunque no parezca a veces, el dolor y el horror son también fruto del amor. Y esto que te digo se me va a complicar si quiero explicártelo con la mente, pero no es a ella a quién fue dirigido el dicho.
- Hermoso…estoy muy agradecido al Señor por haberlo conocido. Mire en lo que terminamos y empezamos con el tema del ayuno.
- Si, gracioso. Pero todo esta relacionado. Si ayunas de mas intoxicas la sangre con fluidos digestivos que son segregados a horas precisas según la costumbre corporal. Si comes al antojo de tu cuerpo, olvídate de pensar, de sentir emociones altas, lúcidas y místicas. Te olvidarás hasta de caminar. El camino del justo medio, no en vano es tan exaltado en todas las culturas antiguas, representa la sabiduría ancestral, muy sabia por cierto. Pero el término medio no halaga al ego, que gusta de los absolutos para alimentar su imagen. Come moderadamente para ir necesitando cada vez menos y ser mas libre de dependencias que te alejan de tu búsqueda. Buscar la sagrada Presencia en el corazón, en todo momento, mediante oración ininterrumpida es el mejor ayuno, porque cuando uno siente la sensación del reino en el interior, no necesita ya otro tipo de placer. Es el colmo del goce.
- Gracias padre, muchas gracias por recibirme y charlar.
- Gracias a vos por darme la posibilidad de transmitir experiencia.
- Me falta preguntarle en detalle por sus modos de oración.
Será mañana, porque ahora, a propósito de oración, nos toca .

Mario Rovetto
http://hesiquia.wordpress.com

jueves, 25 de junio de 2009

La santa cabeza de San Juan el Bautista


La santa cabeza de San Juan el Bautista fue hallada por la piadosa Juana y sepultada adentro de una vasija en el monte de Olivos. Un asceta devoto, al realizar una zanja para hacer el fundamento de un templo, encontró este tesoro y lo guardó consigo, pero ante su muerte, temiendo que la reliquia fuese profanada por los no creyentes, la escondió en la tierra en el mismo lugar que la encontró. Durante el reinado de Constantino el Grande, dos monjes fueron a Jerusalén para venerar el Santo Sepulcro, y a uno de ellos se le presentó el Profeta San Juan el Bautista y le indicó, en donde estaba enterrada su cabeza. Desde ese momento los cristianos comenzaron a celebrar el Primer hallazgo de la santa cabeza de San Juan el Bautista. El Señor Jesucristo dijo sobre el Profeta San Juan el Bautista “De todos los nacidos de mujer ninguno superó a Juan el Bautista.” San Juan el Bautista es glorificado por la Iglesia como un “Angel, Apóstol, Mártir, Profeta, Intercesor de la gracia antigua y nueva, de los nacidos honorabilísimo y ojo luminoso del Logos”

sábado, 13 de junio de 2009

Dialogo entre Mario y el monje




Como casi siempre, la primera señal de la ermita distante la daba el humo. Era una pequeña columna, lenta y ondulante, que se elevaba encima de los pinos y que me hacía sentir más cerca de casa, como acercándome al verdadero hogar.

Hermano Vasily como le gustaba ser llamado en lugar de “Padre”, alimentaba el hogar casi de continuo en cualquier época del año. Sospechaba ya entonces, que se trata mas de mantener encendido el fuego votivo de la alabanza, que de calentar la ermita, de por sí bastante abrigada por la piedra con la que fue construida. Ya casi llegando me regocijé anticipando el encuentro y musité la oración con más fuerza.

En el pequeño espacio libre de árboles donde se encuentra la celda, no se oye sonido alguno y el piso está limpio de los restos de las coníferas, como recién barrido. Según habíamos acordado en anteriores encuentros, no golpeo la puerta, solo paso y me siento en un pequeño taburete, cómodo. Espero silencioso y abrigado mientras lo miro, extático, con la vista en el ícono del Salvador, iluminado levemente por una vela cercana ya agonizante.

Al rato se da vuelta y se yergue ágil, como joven, y me abraza cariñoso. Yo siento desaparecer todo rastro de desamparo, me siento como me imagino debía sentirme cuando niño, en brazos de mis padres. Silenciosos ambos, sonreímos y nos santiguamos, como inaugurando el encuentro. Coloca un jarro en el fuego, que aviva con unos leños y me pregunta si quiero un té o un poco de yerba mate. Elijo el té y saco del bolso un frasco de miel que le traigo de regalo.

- Como siempre Padre, le traigo unas preguntas.

- Como siempre Mario, estoy dispuesto a responderlas si el Señor me asiste con su gracia.

- Me alegra mucho verlo Padre…

- A mí también. Te veo cada vez más tranquilo aunque a vos no te parezca tanto.

- No, es cierto. Estoy mucho mejor, la oración me va consolando sin que me explique bien como.

- Ja ja, la oración te consuela a pesar de los intentos que hace tu mente de molestar, buscando explicaciones.

- Es cierto Padre, es cierto, así es realmente.

- Bueno. Preguntá entonces tranquilo que tenemos todo el día.

- Si, ya que tocamos el tema podría empezar por ahí, por el tema de la fe y la razón, que era algo que tenía pensado plantearle.

- ¿Cómo es, el planteo?

- Es como que la mente me interpone objeciones a mi acercamiento a la oración, a mi asistencia frecuente a misa, me dice que me estoy refugiando de mis temores, que estoy armando una mitología para hacerme la vida más llevadera…que Dios no precisa de mi oración…y que Él siendo inmutable como Es, no va a cambiar nada de lo predestinado por el hecho de que uno le haga oraciones y así cosas por el estilo. Realmente me quita mucha devoción cuando esas dudas me asaltan y me hacen a veces muy árida la liturgia.

- Mario…vas a tener que recordar un poco…¿Por qué volviste a asistir a misa, que habías abandonado durante muchos años? ¿Porqué un día te confesaste, cosa que no habías hecho tampoco durante mucho tiempo?¿Cómo fue que te acercaste tanto hasta este lugar y cómo es que te pasas contando los días hasta poder cumplimentar las condiciones que te permitan venir a vivir a esta soledad?

- Padre, usted sabe mi historia; ¿Por qué me lo pregunta?

- Me refiero a que no es por alguna teorización, ni por una conclusión científica, ni porque habiendo armado una sólida construcción intelectual, te has volcado hacia la religión. No ha sido así.

- No claro. Fue por necesidad Padre, por fracaso, porque no encontrando lo que buscaba en ninguna parte, lo busqué de nuevo en Dios, como en mi juventud.

- Sentiste el impulso ¿no es así? El deseo de estar en oración, recogido y delante de la Cruz, ¿te acuerdas? Eso me lo contaste y me acuerdo bien.

- Si es así.

- Bien. Primer punto: El acercamiento a la experiencia religiosa no se inicia desde el intelecto. Puede continuarse y expandirse a todas las partes del ser cuerpo mente; pero empieza en el calor del corazón. Es un impulso cordial, que inexplicablemente o a pesar de las explicaciones nos lleva hacia lo sagrado, lenta pero irrevocablemente. Eso Mario, se llama la gracia del llamado del Señor.

- Sí, me emociona.

- ¡¿Y cómo no?!

- Sobre todo cuando me acuerdo de cómo pensaba y en donde me encontraba actuando y…no sé, era distinto. No es un derrotero lógico.

- Claro que no, no responde a la lógica convencional. Un fuego en el corazón, que al principio es suave y que llega de a poco a arder hasta consumir al ser entero en lo sagrado; ese fuego es un llamado, una forma de manifestarse en nosotros el acercamiento de lo divino. Una forma de Ser lo Divino en el mundo. Es en cierto modo, una nueva encarnación, en cada ser humano que lo vive.

- Pero y entonces Padre…porque a mi ahora se me aviva toda la devoción de vuelta, con solo acercarme a la ermita, charlando; pero después, la aridez en que me deja el intelecto a veces, hace que mi vida religiosa sea como parcial o ambigua, como si no pudiera disfrutarla plenamente por esas dudas.

- Está bien. Cuando uno ha seguido al impulso de búsqueda y se ha acercado a la sensación de lo sagrado, no viene mal darle algún hueso a la mente para que se entretenga y no moleste. Igual que a nuestros hermanos los perros.

- ¿Cómo es eso Padre, que quiere decir?

- Que se puede intentar una explicación para que la mente tenga un armado que la deje en paz y entonces no perturbe la oración.

- ¿Cómo sería?

- Todas las dudas que surgen se deben a oposiciones. Si esto es así, aquello debería ser asá y si esto no es así entonces lo de mas allá. ¿Viste? Es como una serie de platos de balanza que se van alineando o desalineando. Por ejemplo, ¿Para qué si Dios es Omnisapiente necesita que le diga lo que necesito? ¿Para qué mandó a su hijo si de todas formas el podía limpiar el pecado del mundo con un solo acto de Su voluntad? O mejor, ¿Para qué permitió o creó la posibilidad del pecado siendo que podía crear un mundo edénico sin transgresión? Y así podemos seguir mucho tiempo. ¿Si todo se debe a Su gracia entonces que papel cumple mi voluntad? Y entonces, ¿si peco es porque el me quitó su gracia? y siguiendo…¿no es verdad?

- SI Padre tal cual. Es como si se hubiera metido en mi mente y la leyera en los momentos de aridez.

- No, me he metido en mi propia mente y en la de todos, porque todas tienen una estructura similar. Si revisas el motor de un auto o de otro verás diferencias, pero la estructura es la misma.

- ¡Ah!

- Tienes que considerar varias cosas. Una se refiere a que cada aparato percibe una franja de realidad determinada, y que además, la organiza según su forma de funcionar. Entonces el resultado de esa percepción y organización, puede no ser parecida o ser disímil con la percepción y organización de otro aparato.

- Me parece que entiendo pero no en realidad.

- Veamos. Si te palmeo el hombro, tu piel percibe una presión discontinua que se repite cíclicamente durante un intervalo de tiempo.

- ¿Cómo? Ahí sí que me confundió.

- Ja ja, no, espera, ten paciencia. Tu piel, solo tu piel, si la abstraemos del contexto en que se halla; solo percibe una variación de presión en su superficie, percibe que aumenta la presión cuando apoyo mi mano y que disminuye cuando la retiro. ¿Estamos?

- Si.

- Pero para el aparato de memoria, encargado de guardar información, se hace previsible la repetición de la palmada, porque ya la ha vivido en anteriores ocasiones. ¿Lo ves? Pero no para la piel, que solo percibe diferencias de presión y temperatura.

- Si, entiendo.

- A su vez, tu zona emotiva, tu centro emocional digamos, percibe la calidez afectiva de la palmada, sabe que es una muestra de aliento y de afecto. La recibe bien, conforme. Tu intelecto en cambio, organiza la percepción desde el mismo hecho de decir que eso que golpea es una mano, que lo que te quiero decir es tal o cual cosa, duda si te palmeo por esto o lo otro, se pregunta si deberías responder de algún modo…y siguiendo.

- Ahora si.

- Eso te quise decir con lo de que cada aparato organiza las cosas según su modo. En ocasiones, ojalá que siempre, esos aparatos se coordinan y simultáneamente convergen y entonces uno siente pleno acuerdo en el cuerpo y la mente. Es como una ayuda a la paz del espíritu. Si la mente no duda, si el corazón vive en la fe, el cuerpo se relaja, todo ayuda.

- Se coordinan todas las partes.

- Claro, se produce una unidad. Y está bien que busquemos esa unidad, porque viene a cumplir la función de cuando uno limpia la habitación; todo se hace mas fácil y agradable, todo está ordenado. Pero hay que aprender a convivir con el desorden, porque hay momentos en donde no va a poder estar todo en su lugar, e incluso te digo, no conviene que esté todo ordenadito, porque a veces el desorden precede a la transformación y al cambio.

- Sí, claro que sí.

- ¿Viste? Es igual que cuando pintas una casa y la re decoras. Tiene que producirse un desorden, porque sino no es posible reorganizar la vivienda.

- Si, si, entiendo.

- A mí me ha pasado, de vivir enormes períodos de aridez, solo para descubrir y gracias a eso, que hacía oración para sentir cierta sensación placentera y no motivado por un acercamiento genuino al Señor. En la aridez, descubrí que me seguía acercando, que seguía orando y que lo iba a seguir haciendo aunque nunca llegara la devoción cálida y luminosa; porque lo que buscaba era al Señor y como este quisiera manifestarse y no mi placer personal. ¿Me entiendes Mario?

- Si Padre, totalmente.

- Pero sin la aridez no iba a poder descubrir eso. Lo que hemos dicho otras veces, que no hay mal que por bien no venga, resultando así que el mal no era tal. Entonces si hay unidad entre todos los aparatos de la mente cuerpo, bienvenida sea y si no la hay también porque para algo servirá esa desarmonía. Si no bajara la temperatura, todos los años en cierta época, no podrían producirse ciertos procesos necesarios para los vegetales y animales y para el planeta en general ¿no es cierto? Pero la piel te va a protestar por el frío, se va a quejar.

- Si, está perfecto.

- Entonces, el corazón, la intuición, el órgano a través del cual sentimos en el cuerpo con mas facilidad el espíritu, es el que primero se acomoda a la gracia y se sumerge en su calidez. El corazón tiene razones que la razón no entiende es algo muy cierto. El corazón se ve atraído a la oración, al silencio, al recogimiento y luego, al tiempo, el cuerpo le sigue, empieza a hacerse conducta lo que pide el corazón.

- Si, así ha sido.

- Pero la mente ni de cerca. Que esto y lo otro y de más allá. Yo no me pondría a tranquilizar a la mente con mucha teología o cosas por el estilo sino con esta comprensión; que son aparatos con velocidades diferentes y con funciones diferentes y darle tiempo y confianza al organismo para unificarse. Porque fijate Mario, toda esta cuestión de lo que hizo y no hizo Dios y de lo que debería hacer si sus atributos son estos o los otros y de si sirve esto o no o si hay un error aquí y allá…todo eso no sirve porque todo lo que pueda estructurar la mente es parcial, sumamente limitado e inexacto. ¿Vos sabés que el conocimiento se articula en base a memoria y a estímulos y a intereses y a franjas de percepción y entonces no es muy de fiar, no hay que darle mucho crédito.

- Dígame más acerca de eso Padre.

- Mmh…¿Sabía que lo que llamamos color es solo una vibración distinta de la materia? O mejor dicho, que según el punto de vista de los científicos, de los físicos, eso es el color?

- Algo escuché por ahí una vez.

- Bueno, pero para vos es una hermosa flor amarilla. Pero parece que el sentido del ojo la ve amarilla, que amarillo no hay en ningún lado, el sentido la organiza, la percibe así, ¿me entiendes?

- Si.

- Además tu memoria, asoció desde niño cierto sonido a esa percepción, entonces decía: “Flor”. Mueves tu boca de cierto modo y pasa cierto aire por tus cuerdas vocales y entonces decís “flor”. Entonces, algo vibra allí afuera de tu cuerpo y el sentido del ojo mas el sentido interno organizador llamado mente convergen y dicen: “Eso es una flor amarilla”. Bueno, muy bien, yo no digo que lo dudes, pero tampoco es para darle tanto crédito, porque en otro país hubieras asociado otro sonido en lugar de la palabra que aquí usamos y si tuvieras unos ojos de perro no verías esa vibración como amarillo sino como gris, parece.

- Si, claro, se me hace mucho mas entendible ahora.

- Entonces hay que tener esto en cuenta cuando se presentan objeciones a la religiosidad desde la mente, en cuanto a la lógica de una cosa o de otra. El valor de la religión no es lógico. El valor de la religión está en su poder de redención, de transformación del corazón del hombre. El valor de la religiosidad es la posibilidad que brinda al ser humano de trascendencia.

- Si Padre.

- Seamos claros Mario. Si lo que buscas con la mente es “la verdad”, debes saber que Dios no puede conocerse, que de Él nada puede saberse, que nos es infinitamente lejano en cuanto a las posibilidades de nuestra mente. Abordar a Dios con la herramienta mental es fatiga vana. A lo único que puede llegarse es al convencimiento mental de la necesidad de la existencia de Dios. Pero abordar a Dios desde el intelecto es como querer entender el amor desde la uña del pie. ¿Cómo podríamos conocer de aquello que nos abarca absolutamente? El oído percibe cierta franja de sonido, el ojo advierte solo cierto rango de luminosidad, y así como no vemos lo microscópico sin ayuda de aparatos, no podemos percibir a Dios sino en el corazón. El corazón es la antena receptora de Dios y la oración , los actos litúrgicos, la ascesis, los iconos, las peregrinaciones y todo lo demás, son instrumentos que ayudan a que se perciba esa brisa suave que nos obliga a taparnos el rostro sobrecogidos.

- Gracias a Dios que lo conocí Padre.

- Jaja ¡Ya te está haciendo falta otro té!

- Jaja ¡No vendría nada mal!

- No existe la divergencia entre razón y fe. Existe la fe y la razón que haga lo que quiera. Jaja, “¡Pero señor usted es un irracional!, ¡¿cómo va a andar creyendo esas cosas que cree?!” Si, totalmente irracional. ¡Creo en la divinización del hombre por obra de la gracia, por obra de un hálito sagrado que sopla donde quiere! Pero, curiosamente, esta irracionalidad, ¡no me preocupa! jajá ¿A usted si?

- Usted es muy gracioso Padre y me llena de alegría y contento escucharlo y verlo.

- Pero claro, imaginate…¡querer saber cómo es el Creador de todo lo que existe! ¿Y cómo podríamos? limitados como somos. No es posible para la rodilla conocer el funcionamiento general del cuerpo humano, ni su sentido, ni su fundamento, ni nada, Apenas algo de cómo funciona esa articulación. Pero si puede la rodilla trabajar como debe, haciendo lo que sabe hacer y recibir la savia vivificante, la sangre que le envía el cuerpo para que cumpla su función.

- Si así es.

- Así que te digo Mario, yo no sé cómo es Dios, ni se resolver mucho esas contradicciones entre las dudas y las aserciones del intelecto…pero sé que Lo amo y que ese amor me llena y que inexplicablemente, da sentido a mi vida.

- Hermoso Padre lo que dice.

- Vení, vamos a hacer la hora del Oficio y después la seguimos.

Es una colaboración de M. Rovetto

jueves, 11 de junio de 2009

martes, 9 de junio de 2009

ORACIÓN Y LUCHA



"Todo procede de Tí; todo cuanto hay en mí; todo cuanto existe fuera de Tí; todos los seres con sus movimientos; todo mi ser con su actividad; sin Tí, nada; al margen de Tí, solo la nada; fuera del Ser, lo que no es y nada más".

Dom A. Guillerand, cartujo.

Comunidad monástica



La vida ascética en un monasterio es vivir cristianamente y en comunidad. La comunidad (monjes y novicios) es una familia cuyos miembros han acudido a la llamada del Señor:"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame." (Marcos 8:34)La comunidad vive en la pobreza, obediencia y pureza interior: "No puedes servir a dos amos: no puedes servir a Dios y al dinero." (Mateo 6:24)"... y otros porque no desean hacerlo por amor al reino de los cielos. El que pueda aceptar esto último, que lo acepte." (Mateo 19:12)"Y el que quiera ocupar el primer lugar en la lista de honor, debe ser esclavo de los demás" (Mateo 20:27)La vida de un monje es una mezcla de oración y trabajo:"Orad sin cesar." (1.Tesalonicenses 5:17)"El que no trabaja, que no coma." (2.Tesalonicenses 3:10)"Al igual que el cuerpo sin espíritu está muerto, la fe está muerta si no fructifica en buenas obras." (Santiago 2:26)

viernes, 5 de junio de 2009

Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros


Icono Pentecostés

Contaquio I

Venid fieles a celebrar el descenso del Espíritu Santo que el Padre derrama sobre los Apóstoles. Él cubre toda la tierra con el conocimiento de Dios haciéndonos dignos de la vida de la gracia y de la gloria del cielo. Él es el que nos santifica y nos permite exclamar:

Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros

Icos I

Los coros de los ángeles cantan incesantemente en el cielo la gloria del Espíritu Santo, fuente de vida y luz intangible. Glorificamos con ellos al Espíritu de bondad por todos sus beneficios manifiestos u ocultos, y humildemente le suplicamos diciendo:
Ven, luz verdadera y alegría del alma.
Ven, nube de rocío y belleza indescriptible.
Ven y acepta esta ofrenda que se eleva a ti como el incienso.
Ven, Espíritu de verdad al que el mundo no puede recibir.
Ven, y haznos disfrutar con la felicidad de tu efusión.
Ven, y alégranos con la abundancia de tus dones.
Ven, y establece tu morada entre nosotros.

Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros