domingo, 26 de julio de 2009

La perla preciosa


"Notamos en el Stárets la firme convicción de que la vida espiritual, es decir, una vida en oración y ascesis, animada por una fe profunda, era superior a cualquier otra forma de vida. Así, aquel a quien le había sido concedida, debía, como por una perla preciosa, sacrificarlo todo, incluso los estudios." Archimandrita SOPHRONY "San Siluoan el Athonita". Madrid 1990.P.62.

miércoles, 22 de julio de 2009

San Nicodemo el Hagiorita





De qué forma el espíritu penetra en el corazón
Os diré ahora como debéis guardar vuestro espíritu, es decir, el acto (energía) de vuestro espíritu y vuestro corazón. Sabéis que todo acto mantiene una relación natural con la esencia y la potencia que lo ejercita y que (una vez ejecutado) retorna naturalmente hacia ella para unírsele y reposar. Por eso una vez que se ha liberado el acto del espíritu - que tiene por órgano al cerebro - de todos los objetos exteriores del mundo por medio de la guardia sobre los sentidos y la imaginación, deberéis llevar nuevamente este acto (energía) a su esencia y a su potencia propia. En otros términos llevaréis el espíritu al centro del corazón -que es, como hemos dicho, el órgano de la esencia y de la potencia del espíritu- y contemplaréis entonces, mentalmente, al hombre interior en su integridad. Esta conversión del espíritu, los principiantes acostumbran practicarla, según la enseñanza de los santos Padres «sobrios», inclinando la cabeza y apoyando el mentón sobre el pecho. Que el retorno del espíritu al corazón esté exento de desviaciones.
San Dionisio el Areopagita, en su pasaje sobre los tres movimientos del alma, llama, a esta conversión, el movimiento circular y sin desviación del espíritu. Del mismo modo en que la periferia del circulo vuelve sobre ella misma y se une a ella misma, así el espíritu, en esta conversión, vuelve sobre si mismo y se hace uno. Por eso Dionisio, el más excelente de los teólogos, ha dicho: «El movimiento circular del alma, consiste en su entraña en ella misma por el desprendimiento de los objetos exteriores y en la unificación de sus potencias intelectuales, la que le es conferida por su ausencia de desviación, como en un circulo» (Noms divins, cap. 4). Por su lado, el gran Basilio nos dice: «El espíritu que no está disperso entre los objetos exteriores ni extendido sobre el mundo por los sentidos, vuelve hacia si mismo y sube por si mismo hacia el pensamiento de Dios» (Carta 1).
El espíritu, una vez en el corazón, no se detenga solamente en la contemplación, sin hacer nada más. Allí encontrará la razón, el verbo interior gracias al cual razonamos y componemos obras, juzgamos, examinamos y leemos libros íntegros en silencio, sin que nuestra boca profiera una palabra. Que vuestro espíritu, entonces, habiendo encontrado el verbo interior, sólo le permita pronunciar la corta oración llamada monológica: «Señor Jesucristo, Hijo de Dios, tened piedad de mi».
Pero esto no basta. Debéis, además, poner en movimiento la potencia volitiva de vuestra alma, en otros términos, decir esta oración con toda vuestra voluntad, con toda vuestra potencia, con todo vuestro amor. Más claramente, que vuestro verbo interior aplique su atención, tanto con su vista mental como con su oído mental, a esas únicas palabras, y mejor aún, al sentido de las palabras. Así, permaneciendo sin imágenes ni figuras, sin imaginar ni pensar ninguna otra cosa, sensible o intelectual, exterior o interior, se producirá algo bueno. Pues Dios está más allá de todo lo sensible y lo inteligible. Por lo tanto, el espíritu que quiere unirse a Dios por la oración debe salir también de lo sensible y de lo inteligible y trascenderlo para obtener la unión divina. De allí, las palabras del divino Nilo (Evagrio): «En la oración, no te figures la divinidad, no dejes a tu espíritu sufrir la impronta de una forma cualquiera, permanece en cambio, inmaterial ante el Inmaterial, y tú comprenderás» (Acerca de la oración, 56). Que vuestra voluntad se aplique enteramente, por el amor, a las palabras de la oración, de ese modo vuestro espíritu, vuestro verbo interior y vuestra voluntad, esas tres partes del alma, serán uno y la unidad comprenderá a los tres. De este modo el hombre, que es la imagen de la santa Trinidad, adhiere y se une a su prototipo. Según la expresión de ese gran héroe y doctor de la oración y de la sobriedad mental, San Gregorio Palamas de Tesalónica: «Cuando la unidad del espíritu se hace trinitaria permaneciendo una, entonces se une a la mónada trina de la divinidad, cerrando toda salida a la desviación, manteniéndose por encima de la carne, del mundo y del príncipe del mundo» (Acerca de la oración, 2).

domingo, 19 de julio de 2009

El Simandron o Toaca



Alguien nos pregunta como se llama el instrumento que se toca en la Parroquia antes del comienzo de los oficios litúrgicos. Este instrumento se llama en griego "simandrón" y en rumano "Toaca" y en castellano se llama Simandro y está emparentado con las antiguas matracas que sonaban en las Iglesias católicas durante la Semana Santa.
Se trata de una viga o tablero normalmente de madera de arce o peral que es sostenido en su parte intermedia y golpeado con un mazo. Lo hay manual y de torre. Estos últimos suelen ser más grandes y se encuentran de metal o madera. Su uso era habitual en las Iglesias tanto de oriente como de occidente, sobre todo en los monasterios. A partir de la Edad Media se generaliza en Occidente el uso de las campanas mientras que en oriente se sigue conservando el uso de lo simandros, que alcanza su generalización al prohibir los turcos el tañido de las camapanas cosa que también ocurrió en España con los mozarabes ya que el corán prohibe el uso de las mismas.
El ritmo que marca el simandro invita a los cryentes a acelerar el paso pues marca el inicio de la celebración litúrgica, es la voz de la Iglesia que nos llama a encontranos con el Señor. Al mismo tiempo suele iniciarse en el interior de la Iglesia la primera de las grandes incensaciones. Nuestros incensarios tienen doce cascabeles que avisan a lo fieles del paso del sacerdote, el ritmo de la incensación suele adecuarse al ritmo del simandrón.
Se toca también durante las procesiones litúrgicas como la Domingo de Ramos, Viernes Santo y la del 15 de Agosto.
En el video siguiente se puede ver como un monje toca uno de estos instrumentos en un moasterio de Rumanía. La diferencia es que el toca uno de torre con dos mazos. El nuestro es de mano y se toca con uno sólo ya que con la izquierda se sostiene.
http://www.youtube.com/watch?v=t3IZJ1d3HxQ
En la Iglesia se suelen tocar también campanas pero la nuestra como es pequeña y no tiene campanario suenan dentro. Normalmente los días de entre semana se toca solo el Simandrón. Y durante las Cuaresmas se toca exclusivmente este instrumento.
Para muchos vecinos del Raval, ya es familiar este sonido que avisa de que en la Iglesia de los ortodoxos comienza el oficio religioso. El ocho de septiembre acompaña la parada de la Virgen del Socorro ante la Parroquia donde se encuentra con el icono de la Madre de Dios "Mica" (la Pequeña) que es la Patrona de la Parroquia y que celebra su fiesta el mismo día.
Publicado por Padre Nicolás Vera

Paz del corazón misericordioso


Para conmoverse por los sufrimientos del prójimo hay que triunfar sobre el amor propio y mandar en sus propias pasiones. Y el corazón misericordioso que tiene piedad de la debilidad, y que tiene la generosidad de acudir, gozará de una paz estable, de una calma sin nubes, a la manera de una participaciónen la inmutabilidad divina.

Don A. Guillerand, Cartujo.

jueves, 16 de julio de 2009

"sacramento de amor"


El retiro monástico no significa de ningún modo una abdicación de la responsabilidad por el mundo exterior. Aunque aparentemente negativo, la renuncia monástica es en realidad supremamente positiva: el monje niega a fin de afirmar. No menos que la madre o el padre de familia, no menos que el artesano, el doctor o el trabajador social, el monje procura contribuir a la transfiguración del mundo. La vida monástica, al igual que el matrimonio, es según la expresión de Paul Evdokimov, “un sacramento de amor”.

Kallistos Ware

jueves, 2 de julio de 2009

A oscuras



Dios obra sin imagen, sin medios. Lo mismo el hombre. Cuanto más desnudo está de imágenes, cuanto más se interiorice, cuanto más de todo se ha olvidado, tanto más se acerca al modo de obrar de Dios. En tal sentido el divino Dionisio invita y exhorta a Timoteo, su discípulo, diciendo: "Tú, en cambio, Timoteo carísimo, ejercítate en la contemplación de lo divino. Deja los sentidos y las operaciones del espíritu, las cosas sensibles y las inteligibles, las que son y lo que no es. Únete a aquel que est sobre toda sustancia y toda ciencia. Encamínate a El dejando dormidas tus potencias, saliendo de ti mismo. De todas las cosas por completo liberado y puramente trascendiendo vuela al rayo suprasubstancial de la tiniebla divina. En desnudez total, en plena libertad". Así, así es de todo punto necesario desprendernos de las cosas. A Dios le disgusta actuar sobre representaciones de la imaginación. El actúa en el alma, en su misma esencia sin que nadie conozca su divino hornaguear.