No te fijes en las miradas que te circundan... ¡Despréndete! No son los
rayos que cruzan los caminos los que nos interesan... Los "costados"
quedan donde están. No, no dependes de esto o de aquello, no te quedes
atado en supuestas o no supuestas valoraciones opresoras... No son
interesantes, nada dicen aunque griten y endurezcan el entrecejo.
Detente y reposa en la Mirada de Dios... ¡Ojos que llevas en las
entrañas!
Tampoco dependas de lo que te parece que otros de ti piensan. Deja toda
distracción sin sentido. El "abandono" se descubre y se aprende poco a
poco en las cosas más pequeñas, más simples y más directas. No busques
"quedar bien". Más bien eleva tu alma en plegaria...nada más.
Alberto E. Justo