Los sufrimientos espirituales son una realidad imponderable e invisible para la mayoría. El amor de Dios genera en nosotros toda una gama de distintos tormentos espirituales, que es necesario calificar de sobrenaturales y metafísicos. Exteriormente, quienes sufren de tales tormentos pueden encontrarse en condiciones que no son peores que las de los demás hombres, pero su alma no se satisface con riquezas o lujos, con privilegios o poder, ni siquiera con la gloria de este mundo(....) , su aflicción es más aguda que la de una madre que llora la muerte de un hijo.
Archimandrita Sophony (1896-1995)
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