"En aquella extraña plenitud, una cosa estaba clara: había sido suprimido el tiempo. El reino de la duración en que está sumido todo era distinto al de siempre y el alma se sentía tranquila, aliviada y libre..."
Los fieles llegan poco a poco y se incorporan a la comunidad después de venerar los santos iconos, y en cada ocasión que el celebrante se vuelve hacia ellos y les bendice: "Pace Tuturor" (Paz a todos), éste no puede evitar un sentimiento de paternidad espiritual.
En el momento de la comunión, serán los niños y los adultos, que previamente hayan confesado sus pecados y guardado el preceptivo ayuno, los que recibirán el Sagrado Cuerpo y Sangre del Señor.
Y, finálmente, será la unción con el aceite en la frente y manos de todos y cada uno, lo que permitirá ese acercamiento tan necesario para una palabra de aliento o consuelo a quien lo necesite:" El Señor te bendiga... vuelva a tí Su rostro... te sea propicio y te de Su paz" .
Ha terminado la Divina Liturgia.
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