Un varón insigne vino de incógnito a Scitia trayendo dinero y pidió a un presbítero que lo repartiese entre los hermanos. El presbítero le dijo: «Los hermanos no lo necesitan». Como su insistencia resultase inútil puso la bolsa con las monedas de oro en la puerta de la iglesia. Y el presbítero dijo: «El que tenga necesidad que tome lo que estime conveniente». Pero nadie tocó el dinero, y algunos ni siquiera lo miraron. Y el anciano dijo al donante: «Dios ha aceptado tu ofrenda. Vete y da tu dinero a los pobres». Y el buen hombre se marchó muy edificado.
2 comentarios:
Bonito y edificante ejemplo, querido Hieromonje... No todas las Órdenes hubiesen tenido esta reacción...
Sabia respuesta la del presbítero...y llena de compasión... "Por sus obras les reconoceréis"...
Gracias y un Abrazo, Hermano, en CRISTO.
Carmen
concienciaprimordial.blogspot.com
Gracias a tí,Carmen, me agrada saber que "sintonizamos". Nadie estamos libres de avaricia y deseo de poder.... ninguna iglesia.
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