Abba Macario, el Grande, decía a los hermanos de Escete cuando se retiraba de la asamblea: "Huid, hermanos". Uno de los padres le dijo: "¿A dónde vamos a huir más allá de este desierto?" El ponía el dedo sobre su boca y decía: "Huid de ésto"; y después, entrando en su propia celda, cerraba la puerta y se sentaba. (Alf, Macario, 17)
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