No hay que avergonzarse de la sencillez, ni desdeñarla como algo que el mundo considera inútil. Los sencillos no deben ser considerados despreciables a nuestros ojos, como si no sirvieran para nada. Puede que no sean necesarios para el mundo, pero son imprescindibles en el Reino de Dios. Lo que puede ser despreciable para los hombres es un tesoro para Aquel que los creó.
II Homilía de la Sencillez. Filoxeno de Mabbug.
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