domingo, 29 de noviembre de 2009
DEIFICACIÓN
"...pero también designa esa naturaleza profunda, inseparable del cosmos, no fruto, sino motor secreto del devenir cósmico, y esta naturaleza es la aspiración a lo infinito, la esperanza de la deificación... eso que dormita en la piedra, sueña en la planta, despierta en el animal, se hace, o mejor dicho, se puede hacer consciente en el hombre.
Olivier Clement (1970)
jueves, 26 de noviembre de 2009
SILENCIO Y SOLEDAD DEL CORAZÓN
Un alma que no es solitaria no progresa. No puede subir. Cuando veo un alma que no es solitaria, me digo: «No pasará, es como un camello cargado. Es demasiado rica». En cambio, cuando todas las criaturas abandonan o hieren, el alma está, según la frase de Taulero, como el ciervo acosado por todas partes, que viendo cerradas todas las salidas y no quedándole más que el estanque, se precipita en él. Cuando tengáis una pena, precipitaos en Dios.
Robert de Langeac - La vida oculta en Dios
miércoles, 25 de noviembre de 2009
NADA
sábado, 14 de noviembre de 2009
Como decir la oración de Jesús (y2)
Cuando así hayáis entrado en el lugar del corazón tal como os he enseñado, daréis gracias a Dios y al tiempo que celebráis la merced recibida seguiréis haciendo lo que os digo, por medio de lo cuál conocereis cosas que no aprenderíais de ninguna otra manera. Es menester que sepais además que cuando la mente se establece fìrmemente en el corazón no debe permanecer callada y ociosa, sino que repetirá, incesantemente la oración de Jesús: "Señor mío Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí" Porque esta práctica evita que la mente divague y gracias a ella elude y se hace impenetrable a las sugestiones del enemigo, creciendo cada día en amor y deseo de Dios.
Nicéforo el Solitario
viernes, 13 de noviembre de 2009
PELIGRO
El peligro máximo es el peligro espiritual, el de perder la vida verdadera, los demás convergen en él; son ellos las distintas formas que puede revertir la prueba para cada uno de nosotros. Antes de nada hay que orar para que Dios viva en nosotros y nosotros en Él; hay que orar para que con las pruebas se beneficie la vida divina, única vida verdadera, único bien verdadero. Las persecuciones, injusticias, calumnias... de todo ello podemos pedir a Dios que en su bondad nos guarde, si bien, de conformidad con sus designios de amor, que constituyen la regla suprema de nuestra oración.
Ahora bien, esos designios han previsto ya que nos visitaría la prueba, que la paciencia en sobrellevarla, sería para nosotros fuente de merecimientos y expiaciones, y que la imagen divina resplandecería en nosotros a golpe de pruebas.
Dom A. Guillerand
jueves, 12 de noviembre de 2009
Como decir la oración de Jesús (1)
Sabéis que nuestra respiración consiste en inhalar y exhalar el aire.El órgano que nos sirve para ello son los pulmones, que se hallan alrrededor del corazón, de modo que el aire que penetra en ellos envuelve también el corazón. La respiración es así un modo natural de acceder al corazón. De manera que después de recoger nuestra mente la dirigimos hacia el canal de la respiración por donde el aire llega al corazón y junto con ese aire inhalado hacemos que la mente descienda hacia el corazón y permanezca en él. Acostumbremosla a no abandonar el corazon demasiado pronto, pues al principio se siente muy sola en esa reclusión interior y aprisionamiento. Pero cuando se acostumbra sucede todo lo contrario, que empieza a desagradarle su circulación exterior sin finalidad dejando de hallar desagradable y fatigosa la contención interior. Cómo cuando uno ha permanecido mucho tiempo lejos de casa regresa y desborda de júbilo al ver nuevamente a sus hijos y a su esposa, los abraza y no se cansa de hablar con ellos, así la mente, cuando se ha unido con el corazón, se llena de júbilo y gozo inefables. Entonces el hombre comprende que verdaderamente el Reino de los Cielos se halla dentro de nosotros, y al verlo dentro de sí quiere elevar una oración pura a fin de mantenerlo y consolidarlo allí.
Nicéforo el Solitario
sábado, 7 de noviembre de 2009
Admitir al pobre
Nuestro Señor se complació en asumir el aspecto de cualquier pobre, y se comparó a sí mismo con cualquier pobre, a fin de ninguno de los que creen en él, se juzge superior a su hermano sino que viendo al Señor en este hermano, se considere menos que él y mucho peor que el hermano, por lo mismo que es mucho menos que su Creador, y es menester que admita al pobre y lo honre, y que esté dispuesto a socorrerle, tal como Nuestro Señor Jesucristo derramó su sangre para nuestra salvación.
Simeón el Nuevo Teólogo
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