Nuestro Señor se complació en asumir el aspecto de cualquier pobre, y se comparó a sí mismo con cualquier pobre, a fin de ninguno de los que creen en él, se juzge superior a su hermano sino que viendo al Señor en este hermano, se considere menos que él y mucho peor que el hermano, por lo mismo que es mucho menos que su Creador, y es menester que admita al pobre y lo honre, y que esté dispuesto a socorrerle, tal como Nuestro Señor Jesucristo derramó su sangre para nuestra salvación.
Simeón el Nuevo Teólogo
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